El hidrógeno más verde

JUNTA DIRECTIVA DE LA SOCIEDAD NUCLEAR ESPAÑOLA

La descarbonización de la economía es una de las máximas prioridades políticas de la Unión Europea en la lucha contra el cambio climático. En este marco, en las últimas décadas, hemos sido testigos de enormes inversiones en materia de generación eléctrica libre de emisiones y de eficiencia energética. El sector eléctrico ha sido el principal actor en los esfuerzos por transitar hacia un modelo bajo en emisiones, al existir tecnologías -como la energía nuclear, la hidráulica o las renovables- que nos permiten generar energía eléctrica sin emitir gases de efecto invernadero.

Sin embargo, existen sectores económicos donde las alternativas a los combustibles fósiles no son tan evidentes. Actividades como el transporte no tienen una alternativa real al petróleo y sus derivados, siendo el marítimo, el aéreo y el de mercancías por carretera piedras angulares de la transformación hacia un modelo más sostenible y eficiente. Por ello, en 2020, la Unión Europea puso sobre la mesa la Estrategia del Hidrógeno como parte del European Green Deal. Esta propuesta pretende desplegar grandes plantas de producción de hidrógeno a lo largo y ancho de toda la Unión para ayudar a cumplir los ambiciosos objetivos de neutralidad climática en el año 2050.

Desafortunadamente, al igual que está sucediendo con la taxonomía, la Unión Europea parece basarse únicamente en decisiones políticas, obviando la realidad técnica, los criterios medioambientales y no teniendo en cuenta las opiniones de sus propias instituciones científicas. En su evidente persecución a la energía nuclear, únicamente contemplan la producción de hidrógeno a partir de electrólisis con fuentes de energía renovables -conocido como hidrógeno verde- dejando al margen formas mucho más eficiente de producirlo. La idea de generar hidrógeno utilizando los excesos de producción de las energías renovables arroja dudas sobre la continuidad y el volumen de producción de este vector energético. Teniendo en cuenta la variabilidad de las fuentes renovables, ¿serán capaces de producir toda la electricidad que necesitan nuestras economías y, además, producir el hidrógeno suficiente a un coste razonable?

La producción de hidrógeno actual se basa fundamentalmente en los combustibles fósiles, obteniéndolo a partir de carbón o gas natural. La electrólisis es una tecnología madura, pero únicamente existen unos 25 MW de capacidad a nivel global. Los costes actuales de la electrólisis deberían bajar entre un 50 % y un 85 % para ser competitivos y el CAPEX nos dice que esto no es posible si la instalación no opera unas 4000-5000 horas al año. Teniendo en cuenta que la operación de las energías renovables variables se sitúa en las 1500-2000 horas/año, ¿cómo van a ser capaces de producir electricidad y también hidrógeno?

Para producir hidrógeno de manera masiva y continua se necesita disponer de una fuente de electricidad baja en emisiones y capaz de generar 24/7. La energía nuclear es, en estos momentos, la única fuente capaz de cumplir esos requisitos y, además, la instalación de dispositivos de electrólisis en las propias plantas nucleares permite reducir drásticamente los costes de transporte e impuestos, haciendo la producción más eficiente.

Como profesionales del sector, consideramos que la energía nuclear debe ser tenida en cuenta, de nuevo, como un elemento clave en la transición energética hacia la neutralidad climática. Su contribución a estos objetivos es crítica, produciendo el 26 % de la electricidad de la Unión Europea y el 50 % de la electricidad baja en emisiones. El papel de la energía nuclear en la producción de hidrógeno puede ayudar a acelerar la adopción de este nuevo vector energético puesto que permitiría habilitar su producción de forma continua, estable, masiva y de manera competitiva. 

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