Manuel Martín Ramos

CENTRO COMÚN DE INVESTIGACIÓN - JRC

Textos: Beatriz Lamela Pascua| Fotografías: Manuel Martín Ramos

Me llamo Manuel Martín Ramos. Soy ingeniero industrial, especialidad de Técnicas Energéticas, por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid. Tras un año como investigador en accidentes graves en la Cátedra de Tecnología Nuclear de la Escuela, trabajé durante 11 años en la ingeniería de Unión Fenosa (ahora Naturgy Engineering) en proyectos de seguridad nuclear, desmantelamiento y gestión del combustible usado (en particular como jefe de proyecto de la ingeniería en el ATI de la central nuclear José Cabrera), y hace doce años inicié mi carrera como funcionario de la Comisión Europea, en su Centro Común de Investigación.

¿Cuántos años llevas en tu actual puesto de trabajo y cuáles son tus responsabilidades?

Llevo ocho años en la Unidad de Coordinación de Euratom del Centro Común de Investigación (Joint Research Centre – JRC) de la Comisión Europea, en Bruselas. Mis responsabilidades consisten en coordinar las actividades del JRC, en los ámbitos de seguridad nuclear, gestión de combustible gastado y residuos radiactivos, y desmantelamiento. Estas actividades tienen una doble vertiente: investigación, con un componente experimental muy importante de nuestros laboratorios; y apoyo científico y técnico a otras Direcciones Generales de la Comisión Europea responsables de las políticas de la Unión en temas relacionados con la energía nuclear, como por ejemplo las reflejadas en las directivas de Euratom de seguridad nuclear, gestión responsable y segura del combustible gastado y residuos radiactivos, y de normas básicas de protección radiológica. Somos un equipo pequeño pero muy activo.

El Centro Común de Investigación, que, dicho sea de paso, tiene competencia en muchas otras disciplinas, está repartido en seis emplazamientos en cinco países distintos: Ispra (Italia), Karlsruhe (Alemania), Geel y Bruselas (Bélgica), Sevilla (España) y Petten (Países Bajos). Salvo en Sevilla, nuestras actividades nucleares se llevan a cabo en el resto de países, lo que requiere un esfuerzo adicional de coordinación. Mis responsabilidades también incluyen la cooperación internacional con organismos de investigación nuclear en estados miembros y terceros países, así como con organismos internacionales.

Antes de incorporarme a mi puesto actual en Bruselas trabajé cuatro años en el centro de investigación que el JRC tiene en Petten en temas de experiencia operativa, gestión del combustible irradiado del reactor de alto flujo, pruebas de resistencia (stress tests) así como apoyo técnico a los programas de cooperación de la Unión con terceros países en seguridad nuclear y gestión de residuos radiactivos.

¿Cuáles son las principales actividades de tu cargo actual?

Mis actividades principales consisten en revisar y redactar documentos e informes, reuniones internas en nuestros laboratorios y externas, participar en grupos de trabajo, paneles de evaluación y en comités de dirección de proyectos de investigación o de acuerdos de colaboración, presidir grupos de expertos, participar en reuniones internacionales, viajes de trabajo, etc. En mi trabajo se combinan las facetas técnicas y las más administrativas, de gestión, de negociación, y de representación. Es una conjunción de aspectos muy atractivos para un profesional técnico.

¿Cómo influyó el traslado en tu vida familiar/personal?

El primer traslado, de España a Países Bajos, hace doce años, fue un cambio importante. De vivir en Boadilla del Monte y trabajar en Madrid a vivir en Bergen, un típico pueblo holandés de unos 30000 habitantes y trabajar en un centro de investigación a 70 km al norte de Amsterdam, en la costa del Mar del Norte. A las diferencias entre España y Países Bajos se unieron los contrastes entre una ciudad grande y un pueblo pequeño. Mis hijos eran muy pequeños, y se adaptaron rápidamente a un nuevo país, y a las clases en inglés; mi mujer aprendió holandés, y yo me adapté a trabajar en otro idioma en un organismo público. Aunque no siempre fue fácil, yo creo que el cambio fue fantástico para la familia a la larga. El segundo traslado fue en sentido contrario: del pequeño pueblo holandés con una gran calidad de vida, a Bruselas: de un colegio pequeño, casi familiar en inglés al que se iba en bicicleta, a un colegio grande con las asignaturas principales impartidas en español. El traslado, con sus sombras, también ha sido muy positivo, y con los niños algo más mayores nos trajo las ventajas de una comunidad más grande y con más oportunidades. Yo creo que en la familia nos hemos vuelto más resilientes y afrontamos las cosas con un pragmatismo optimista que ciertamente nos ayuda a ser más felices.

En ambos lugares he tenido, y tengo ocasión de relacionarme con otros españoles a los que he conocido tanto en el trabajo como a través del colegio de mis hijos, con los que hemos compartido muy buenos ratos.

 

Manuel Martín Ramos y su mujer Isabel Núñez Conde

¿Cuáles son los aspectos más significativos de tu trabajo?

Yo destacaría como aspectos principales el europeísmo y su carácter de servicio público, de contribución a la mejora de nuestras vidas como ciudadanos europeos. Hay otras muchas cosas muy interesantes y atractivas, tales como un entorno muy diverso tanto en nacionalidades como perfiles profesionales, la experiencia de contribuir a algunas de las iniciativas de la Unión Europea, participar en su preparación y ser testigo de cómo se negocian algunas de ellas, el amplio abanico de entidades con las que nos relacionamos: tanto de los Estados miembros, terceros países u organizaciones internacionales. Pero, en definitiva, si tuviese que elegir los más significativos, los que he mencionado antes: el europeísmo y su carácter de servicio público, aspectos que personalmente reivindico siempre que tengo ocasión.

¿Qué detalles echas en falta de España?

Echo de menos a mi familia, en especial a mis padres y hermanos, a mis amigos (aunque algunos de los más próximos tampoco viven en España, y les seguiría echando de menos en cualquier caso) y a Madrid. Todo lo que echo en falta tiene que ver con esos tres elementos. Lo demás nos lo traemos -siempre hay hueco en la maleta para ibéricos de las dehesas de Extremadura o de Salamanca- o lo conseguimos aquí. En años anteriores compensábamos de alguna manera estas carencias durante nuestros viajes a España, pero desde hace casi un año, a causa de la pandemia, esto está siendo especialmente difícil. Estoy deseando que mejore la situación.

Manuel e Isabel bajo el Atomium de Bruselas

¿Invitas a los jóvenes y no tan jóvenes a que amplíen su horizonte profesional fuera de nuestras fronteras?

Para nosotros ha sido sin duda una elección muy buena. Muy enriquecedora, tanto a nivel personal y familiar como a nivel profesional. Yo lo recomendaría sin dudarlo, pero entiendo que ni hay una receta única para todo el mundo, ni es tan fácil dejar tu país, tu familia y tus amigos. Cada uno debe evaluar sus propias circunstancias y decidir en consecuencia. España es un gran país, con oportunidades profesionales muy interesantes. Lo importante  -desde mi punto de vista- es poder elegir, y para ello creo que hay que tener una buena preparación, también en idiomas, en caso de que se presente una oportunidad y queramos aprovecharla.

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