EVA NOGUERO CUBERO

DIRECTORA DE EL CABRIL

Textos: Matilde Pelegrí | Fotografías y video: Grupo SENDA

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va Noguero Cubero nació en Peñarroya-Pueblonuevo (Córdoba). Es licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Córdoba y en 2010 fue designada directora del Centro de Almacenamiento de Residuos Radiactivos ‘El Cabril’ y vocal en algunos de los Órganos Colegiados de Enresa como el Comité de Calidad, de Prevención de Riesgos Laborales, de Sistemas, etc.

Es un reto enorme y muchísima responsabilidad garantizar que la instalación está prestando el servicio público para el que está concebida, con todas las garantías y la seguridad que se requiere.

UN AÑO DE ANIVERSARIOS

El Centro de Almacenamiento de El Cabril celebró en 2022 el 30º aniversario de su construcción. Usted ha conocido la instalación desde sus inicios. ¿Cómo recuerda los primeros años de actividad del proyecto?

Mi incorporación a Enresa se produce en el año 1991 como responsable del Laboratorio de Caracterización de Residuos. Recuerdo aquellos años como una etapa de muchísima actividad, yo diría que una actividad casi frenética.

Los sistemas del laboratorio estaban en fase de puesta en marcha, había que realizar las pruebas nucleares, se estaba elaborando la documentación necesaria para obtener la autorización de explotación. Todo el personal de El Cabril participaba en los trabajos que se estaban haciendo para familiarizarse con los sistemas.

Pero sobre todo recuerdo cómo todo el equipo de Enresa estaba volcado en alcanzar un objetivo, que era común para toda la empresa: arrancar y poner en funcionamiento la nueva instalación. Fue una etapa sin límite de horas y con mucha dedicación, pero sobre todo muy ilusionante.

¿Qué significa, personal y profesionalmente, estar al frente de El Cabril cuando se alcanzan los 30 años de funcionamiento?

Es un reto enorme y muchísima responsabilidad garantizar que la instalación está prestando el servicio público para el que está concebida, con todas las garantías y la seguridad que se requiere. Y, por otro lado, personalmente es una enorme satisfacción. Me siento muy orgullosa de la instalación.

¿Qué representó para la zona de Hornachuelos y sus alrededores la construcción del centro de almacenamiento a finales de los años ochenta?

Más allá del impacto económico que supuso la construcción al municipio de Hornachuelos en concepto de tasas, impuestos, etc., es importante señalar el impulso en el empleo que las obras supusieron para todo el entorno de la instalación.

Cuando Enresa se hace cargo de la instalación, en el año 1986, la plantilla de Enresa era de unas 60 personas. Es entre los años 1990 y 1994 cuando se abordan nuevas contrataciones para dotar de recursos a la nueva instalación, y la plantilla se sitúa ya en 116 personas.

Además, las obras de construcción supusieron la presencia de trabajadores de empresas colaboradoras, con una media de 200 trabajadores y con puntas de 500. Prácticamente el 50 % de esos trabajadores procedían de municipios del entorno.

A modo de referencia, es interesante indicar que en 1988 se inicia la ampliación de El Cabril, y el 9 de octubre de 1992 el Ministerio autoriza a Enresa la explotación de la nueva instalación. Seis meses después se almacena el primer contenedor, un momento que todos recordamos con orgullo

Siguiendo con el tema del personal, ¿cómo han evolucionado los perfiles profesionales? ¿Se ha incrementado la presencia de las mujeres en El Cabril?

La instalación ha pasado por diferentes etapas, y también los perfiles son distintos. Al principio era una instalación en la que teníamos personal de obra, y en los primeros años de explotación los operarios eran mayoritariamente hombres, mientras que las mujeres ocupaban puestos administrativos.

Sin embargo, esa estadística ha variado mucho. De hecho, en 1992 solo el 10 % de los perfiles técnicos éramos mujeres, mientras que en la actualidad ese porcentaje se sitúa en torno al 20 %.

Haciendo un repaso al desarrollo de El Cabril, ¿cuáles han sido los hitos más importantes en la historia de la instalación?

El Cabril ha sabido adaptarse en sus 30 años tanto a las nuevas tecnologías como a las necesidades que la sociedad le ha demandado. En este sentido, uno de los principales hitos fue la construcción de la instalación complementaria para residuos de muy baja actividad. Los incidentes que tuvieron lugar en dos acerías andaluzas en los años 1998 y 2001, a los que se unieron posteriormente intervenciones especiales en acerías de Gijón y Sestao, produjeron una gran cantidad de materiales contaminados con muy baja actividad radiológica que actualmente se almacenan en El Cabril.

Esta experiencia movió a la Comisión de Industria y Energía del Congreso de los Diputados a instar al Gobierno, en tres resoluciones, a instalar un depósito de residuos radiactivos de muy baja actividad, siguiendo con este criterio la tendencia ya iniciada en otros países europeos. Como consecuencia, y al amparo de las disposiciones europeas en materia de almacenamiento de residuos peligrosos, se elaboró el proyecto de una instalación complementaria para esta clase de residuos en El Cabril. 

Esta instalación complementaria, que entró en operación en octubre de 2008, tiene una capacidad total prevista de 130 000 m3 y alojará la totalidad de residuos de muy baja actividad contemplados en el vigente VI Plan General de Residuos Radiactivos, incluyendo no solo los generados por incidentes, sino también otros procedentes de operaciones en instalaciones nucleares y radiactivas, y en el desmantelamiento de las mismas.

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