Cuando Laplace (1749 – 1827) escribió su Tratado de Mecánica Celeste, Napoleón le dijo que en su obra no mencionaba al creador del Universo. Laplace respondió que no había necesitado tal hipótesis. Napoleón se lo comentó al matemático Lagrange (1736 – 1813), quien exclamó «¡Ah! Dios es una bella hipótesis que explica muchas cosas». Napoleón también le contó esto a Laplace que respondió: «Aunque esa hipótesis pueda explicar todo, no permite predecir nada».
Diderot (1713 – 1784), siendo invitado de la emperatriz rusa para conocer la academia de ciencias de su país, hizo un alegato de ateísmo. La emperatriz le dijo que un famoso matemático había demostrado la existencia de Dios y que se lo demostraría ante el Consejo de la Academia. Aquel día, el famoso matemático expuso muy serio “(a + bn) / n = x, por lo tanto, Dios existe. ¿Alguna pregunta?” Diderot permaneció callado y los asistentes estallaron en carcajadas. Aquel irónico matemático era Euler (1707 – 1783).
Einstein (1879-1955) tiene muchas historias. Hemos seleccionado algunas. Ante la pregunta sobre su triple nacionalidad (alemana, suiza y estadounidense) y la repercusión en su vida, contestó: “Si mis teorías hubieran sido falsas, los estadounidenses habrían dicho que yo era un físico suizo; los suizos, que era un científico alemán; y los alemanes que era un astrónomo judío.” Einstein sufrió descalificaciones; en una ocasión se juntaron hasta 100 científicos que editaron el manifiesto Cien autores en contra de Einstein; el físico simplemente comentó “¿Por qué cien? Si estuviese equivocado con un solo bastaría”. En los años 20, cuando era muy solicitado para dar conferencias, contrató a un chófer. Tras varios días, Einstein comentó que se sentía aburrido de repetir lo mismo. El conductor le propuso sustituirlo en la siguiente conferencia, argumentando que le había oído tantas veces que podría darla de memoria. Y ese mismo día, dado que nadie de los que asistirían le conocían personalmente, podrían hacer el experimento. El hombre expuso las teorías de Einstein sin problemas, pero al final, un profesor le hizo una pregunta. No tenía ni idea de qué contestar, pero reaccionó diciendo: “La cuestión que me plantea es tan sencilla que dejaré que mi chófer, que se encuentra al final de la sala, le responda.”


Se ha intentado describir el campo de Higgs de muchas formas, incluso como un “campo de barro cuántico” que puede ser atravesado por las partículas sin masa, mientras que las demás se frenan, y más cuanto mayor es su masa. Se le ha asociado una partícula llamada bosón de Higgs, cuya búsqueda en los aceleradores de partículas ha sido costosa. En 1993, el ministro británico de Ciencias, Waldegrave, prometió una botella de champán a quien fuera capaz de explicarle de forma clara en qué se estaba gastando el dinero. Miller, profesor de la University College London ganó, al decir que cuando una persona famosa como Margaret Tacher llegaba, por ejemplo, a la sala de reuniones del Partido Conservador, los miembros del partido (las partículas físicas) se acercarían a ella, lo que la obligaría a trasladarse más despacio, con mayor inercia, es decir, masa. Si llegara alguien desconocido, éste cruzaría la sala sin que nadie le prestase atención, como una partícula sin masa.