El funcionamiento de esta central era diferente a las otras existentes en España. Constaba de un reactor de tipo uranio natural-grafito (GCR), refrigerada por gas (CO2) y con una potencia eléctrica de 480 MWe. Su tecnología era francesa y su actividad estaba dirigida por la compañía Hispano-Francesa (Hifrensa). En la siguiente figura, se muestran los principales componentes del reactor.


En octubre de 1989 tuvo lugar en ella un incidente que marcó un punto y aparte en su historia. El suceso se inició con la existencia de grietas en una de las turbinas, ocasionando un fallo mecánico en esta y provocando la pérdida de varios de sus álabes. Estos salieron despedidos produciendo rotura en las tuberías de aceite de lubricación y vapor, y originando puntos calientes suficientes para producir la ignición de la mezcla aire-aceite y la posterior deflagración del hidrógeno del alternador. El fuego se trasladó progresivamente hacía las galerías inferiores del reactor dañando cableado eléctrico de algunos de los sistemas de seguridad. Además, la situación se agravó cuando el fuego dañó las juntas de las tuberías embebidas utilizadas para refrigerar el calor de la planta, provocando una inundación.


Después de una noche llena de tensión e incertidumbre, los sistemas de seguridad se fueron recuperando paulatinamente hasta estabilizar el suceso, todo ello sin que produjese daño alguno a las personas que intervinieron en el control de la central. Cabe destacar que: las redundancias de la central, el margen de tiempo que ofrecía la inercia térmica y las eficaces acciones de los operadores, permitieron llevar la planta a situación de parada segura. Además, no se alcanzaron temperaturas críticas en el combustible ni fugas radiactivas al exterior.
Por todo ello, el suceso de Vandellós I fue clasificado como “incidente importante” nivel 3, que no accidente nuclear, según la clasificación de la Escala Internacional de Accidentes Nucleares (INES). Para destacar las enormes diferencias entre un evento INES nivel 3, y accidentes como el de Fukushima y Chernóbil clasificados como INES nivel 7, hemos preparado la siguiente infografía interactiva con información adicional.
Desglose de los accidentes de Chernóbil (1986) y Fukushima (2011).
Desglose del incidente de Vandellós I (1989).
Los análisis posteriores al suceso sacaron a relucir que, la central, previamente al incidente tenía carencias que debían ser reforzadas, las cuales no habían sido implantadas. Los elevados costes y la obsolescencia de este tipo de centrales en el país de origen, llevó a la compañía a cesar su actividad de forma permanente en 1990.
Tras el cierre, se diseñó un plan para neutralizar, retirar y acondicionar las características de la planta y productos que pudieran causar peligro. Al conjunto de actividades requeridas para eliminar dicho peligro, se le llama desmantelamiento. Este consta de tres fases:
- En la 1ª fase (1994-1997) se extrajo todo el combustible (trasladado a Francia para su almacenaje) y se retiraron todos los residuos de operación.
- En la 2ª fase (1998-2003) se procedió a desmontar todas las instalaciones, edificios y estructuras no necesarias y se llevó a cabo el confinamiento del reactor en la estructura de protección de intemperie.
- Antes de la 3ª fase, nos encontramos en un periodo de latencia de 25 años (2003-2028). Esperando este tiempo, la radiactividad del interior del cajón se ve reducida en un 95 % respecto a la inicial, siendo la mejor opción a nivel radiológico (y también económico). Se estima que este periodo finalice en 2028, momento en el cual empieza la fase 3 que tiene como objetivo la liberación total del terreno.
Por último, y si os ha parecido de interés el resumen, os recomendamos descargar la versión extendida del artículo, donde se explica en mayor profundidad el diseño del reactor, el impacto del incendio e inundación en la seguridad de la planta y el proceso de desmantelamiento.