Protocolo colaboración para la vigilancia radiológica de los materiales metálicos. Cuando la autorregulación guía la regulación

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Tras más de 23 años, el Protocolo de Colaboración sobre la Vigilancia Radiológica de los Materiales Metálicos (PCVRMM) sigue siendo el precedente y referente mundial sobre gestión de fuentes radioactivas extraviadas (huérfanas) y otros materiales radioactivos que se mezclen con los circuitos de reciclado de los metales. Varios desarrollos técnicos y normativos, desde Naciones Unidas, la OIEA hasta la Unión Europea se han fijado en el PCVRMM a la hora de afrontar esta complicada problemática de material con contenido radiactivo que se escapó, por razones variadas, del control regulatorio.

Aun así, en España algunas plantas han sufrido en sus propias carnes, aunque debería decir  en sus propias instalaciones esta situación. Afortunadamente con las mejoras del control solo se han procesado recientemente fuentes de escasa relevancia radiológica. Sin embargo, estos no solo no ha dañado al Protocolo, sino que lo ha hecho más fuerte. Gracias a una estrecha colaboración entre todos los implicados: Regulador/Supervisor, Administraciones, gestor de residuos radioactivos, representantes de los trabajadores, y toda la cadena del reciclaje se ha logrado recabar datos, analizar, acordar e implantar medidas que permitan abordar cualquier deficiencia encontrada de forma equilibrada en términos de aplicabilidad y coste asociado. Me tomaré la libertad de acuñar un nuevo término autorregulación colaborativa integral”.

Es precisamente el creciente conocimiento compartido lo que hace fuerte el PCVRMM. Pero no solo eso, sino también el convencimiento y apoyo mutuo de los participantes trabajando por un objetivo común, asociado a un dialogo que emana de la voluntariedad: Detectar y sacar de los circuitos de reciclado material radioactivo extraviado, siendo compatible con una actividad industrial y un control regulatorio. Esto es lo que lo diferencia del Real Decreto de Fuentes Huérfanas (RD 451/2020), el reciente desarrollo normativo sobre dicha problemática que cumple estos días dos años de vida. Es verdad que se desarrolló, al igual que las provisiones relevantes incluidas en la Directiva de Protección Radiológica de la que emana, fijándose en el propio Protocolo español, sin embargo no cuenta con las palancas del Protocolo, ni un conocimiento compartido, ni un convencimiento de los participantes.

El Protocolo es por lo tanto un ejemplo de solución eficiente para solventar una situación compleja favoreciendo el fomento de la economía circular mientras gestiona de un modo eficiente los riesgos por fuentes inadvertidas en la chatarra. El PCVRMM se aprovecha de los bien establecidos ciclos de reciclaje metálico, con un valor superior a los 200.000 millones de euros anuales en valor actual globalmente, para solucionar el problema. Lamentablemente existen ejemplos donde la regulación prima ver riesgos y no oportunidades existentes en una industria y canales de reciclado ya bien establecidos. Es doblemente valioso al afrontar con éxito un área doblemente sensible: la radioactividad y los residuos. Un ejemplo a exportar.

Entre 1998 y 2022 el Protocolo ha retirado de la circulación, gracias a la colaboración de todos los participantes, cerca de 290 fuentes huérfanas de 28 países diferentes (lo que demuestra la globalidad del problema), y casi otros 1350 materiales diversos con contaminación natural elevada (NORMs) u otros materiales radioactivos de menor relevancia (pararrayos antiguos, Detectores Iónicos de Humos, pinturas luminiscentes con radio, material contaminado…). Los costes, o mejor dicho inversiones, no han sido pocos para ninguno de quienes conformamos el PVRMM, ni en equipamiento, caracterizaciones, en formación, ni mucho menos en dedicación.

Ahora, tras la puesta en marcha del Real Decreto sobre Fuentes Huérfanas, la vigilancia, formación y notificación para detectar dichos riesgos ya son de obligado cumplimiento en todas las instalaciones de la cadena de reciclaje. Con ello, inscribirse al Protocolo ha generado un reciente y creciente interés.

El PVRMM, como cualquier compromiso voluntario, debe ir y va más allá del cumplimiento de la ley, el Real Decreto. Desde mi punto de vista, el mayor esfuerzo está ampliamente compensado por la revisión profesional multidisciplinar de cada una de las problemáticas. Usando una analogía: el Real Decreto es un fotograma y el PCVRMM es toda la película en 3D. El Protocolo tiene vocación de integrar más empresas de la  cadena de reciclaje, pero solo a aquellos que tengan interés real en colaborar, y conscientes de que mejoras en el Protocolo implica exigencias adicionales,… pero una mayor  seguridad y eficiencia.

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