Exposición a radón en viviendas: influencia de hábitos de ocupación

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El radón es un radionucleido que se origina tras la desintegración del uranio contenido en suelos y rocas. Dada su naturaleza gaseosa es capaz de emanar de las rocas y transportarse a través de los suelos, llegando a alcanzar la superficie de los terrenos, desde donde penetra en el interior de espacios cerrados, en donde tiende a acumularse. Directrices y recomendaciones en materia de protección radiológica atienden a proteger a la población de los efectos adversos derivados de la exposición al radón. Para ello se formulan instrucciones y guías que integran pautas y establecen niveles de referencia que se traducen en los valores límite que se recomienda no exceder. En particular, la Directiva 2103/59/EURATOM y el Código Técnico de la Edificación establecen como nivel de referencia 300 Bq/m3 de concentración media anual de radón en aire. Así pues, las edificaciones que excedan este límite se consideran de actuación prioritaria y requieren una intervención que integre medidas de mitigación sobre el inmueble. Así pues, la OMS, a fin de minimizar los riesgos derivados de la exposición a radón en interiores, identifica el nivel de referencia en 100 Bq/m3, estableciendo a su vez que en ningún caso se deben exceder los 300 Bq/m3. Asimismo, la OMS precisa que no existe un nivel por debajo del cual la exposición a radón pueda considerarse segura.

Los riesgos derivados de la exposición al radón y su progenie dependen de la radiación absorbida por cada individuo en particular, parámetro que se cuantifica en dosis. El alcance que la exposición a estos radionucleidos tendrá sobre el ocupante de una vivienda, es decir la dosis recibida, dependerá tanto de las concentraciones de radón presentes en la edificación, así como de diversos factores como serían el tiempo y tipo de exposición. Por una parte, dentro de un mismo inmueble la presencia de radón en aire varía en función de las tasas de ventilación y renovación del aire, así como del comportamiento de los flujos de concentración de radón.   Estos parámetros determinan la homogeneidad del aire interior de la vivienda y, en consecuencia, inciden sobre las tasas de exposición que reciben los ocupantes. Asimismo, la dosis recibida dependerá de las rutinas diarias de los usuarios del inmueble, dado que determinan los tiempos de ocupación en cada estancia, así como el tipo de tareas y actividades desempeñadas en el interior de las estancias. La práctica de actividades que entrañen esfuerzo físico, en contraposición con las rutinas sedentarias, puede ejercer una influencia notable sobre las dosis recibidas, lo que se traduce en variaciones en el riesgo derivado por exposición en una misma vivienda.

Este trabajo plantea y presenta un caso de exposición potencial que se enmarca en el contexto de una vivienda unifamiliar, en donde se estima la dosis que recibirían sus ocupantes. Con ello se procura evaluar e integrar los diferentes aspectos asociados al caso de estudio que repercuten sobre el riesgo de exposición, para la ejecución de futuras medidas de corrección y mitigación. El presente análisis resume diversos de los perfiles de exposición que pueden darse en un mismo inmueble, conforme a los hábitos de los ocupantes. Así pues, evalúa las dosis potenciales recibidas por los ocupantes según sus rutinas y las concentraciones de radón presentes en los espacios interiores de la vivienda. Todo ello con el fin de preservar la integridad de la salud de los individuos cuyas viviendas, o parte de ellas, se encuentren por debajo de los niveles de referencia especificados, no obstante, continúen suponiendo un riesgo para su salud.

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