Las centrales nucleares en operación deben definir, planear y preparar los recursos necesarios para la organización de la respuesta ante una emergencia, especialmente en situaciones de emergencia con escenarios accidentales de gravedad extrema. Entre estos medios no están incluidos los de la Unidad Militar de Emergencia (disponibles a partir de los acuerdos que existen entre esta Unidad y los titulares de las centrales nucleares), ya que estos recursos siempre sin excepciones se considerarán adicionales o complementarios a los realmente necesarios y que garantizan la autosuficiencia en la respuesta ante emergencias nucleares de los titulares de la instalación.
Pero es incuestionable que en una emergencia de este tipo ningún medio material o humano está de más y también lo es que los ciudadanos en las sociedades modernas demandan los más altos estándares de seguridad y por ello exigen al Estado emplear todos sus esfuerzos y recursos, incluidas las Fuerzas Armadas, para proteger y garantizar su seguridad.
En el remoto y poco probable caso de un incidente en una de nuestras, muy necesarias, centrales nucleares el Estado dispone de una herramienta complementaria a los planes preventivos establecidos y que puede ayudar a mitigar y reducir sus consecuencias. La UME colabora en la respuesta a un emergencia nuclear/radiológica, además de con la activación de la SALEM 2, con todos los medios que estén disponibles y sean requeridos por la autoridad competente en apoyo a la población. Para las medidas más específicas, la UME empleará al Grupo de Intervención de Emergencias Tecnológicas y Medioambientales (GIETMA) con personal y medios más adecuados en las tareas nucleares/radiológicas y con experiencia en la ejecución de las estrategias de Mitigación de Daño Extenso de los Planes de Emergencia Interior (PEI).
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